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Juan Alberto Schudel: Desaparecido por la dictadura y olvidado por su pueblo

Juan Alberto Schudel: Desaparecido por la dictadura y olvidado por su pueblo

A veces la historia parece pasarnos por al lado y no tomamos una dimensión real de la tragedia. Si uno pregunta por la dictadura cívico-militar en San Jerónimo, los vecinos que vivieron en el pueblo durante esos años probablemente nos dirán: “acá no sufrimos la dictadura”. Sin embargo hubo detenidos por causas políticas, amenazas a

A veces la historia parece pasarnos por al lado y no tomamos una dimensión real de la tragedia. Si uno pregunta por la dictadura cívico-militar en San Jerónimo, los vecinos que vivieron en el pueblo durante esos años probablemente nos dirán: “acá no sufrimos la dictadura”. Sin embargo hubo detenidos por causas políticas, amenazas a los que trataron de seguir militando a pesar de las prohibiciones y hasta un desaparecido del que no se habla y queremos recordar en este 24 de marzo.

Juani

Juan Alberto Schudel nació el 5 de noviembre de 1956 en San Jerónimo; era descendiente de una de las primeras familias que se radicaron en el pueblo. Desde niño tenía una imagen pulcra, digna de esos suizos que no dejan librado ningún detalle al desorden. Su padre Héctor (“El Nene”) fue integrante de un recordado trío de tiradores que ganó la “Copa de Honor” de la provincia para el Tiro Federal Argentino de San Jerónimo Sud, “Schudel, Pavani y Hofer” o “El Nene, Popi y la Mona”, como los conocieron en el pueblo.

A Juani (así lo llamaban sus amigos de la niñez) no le gustaba jugar al fútbol, pero se entretenía en la planta de acopio de cereal donde trabajaba su padre: “cazábamos palomas y mi vieja nos hacía unos guisos bárbaros”, recuerda un amigo de la infancia; “también jugábamos en las zorras de Weihmuller” o “le sacábamos combustible al tractor para derramarlo en el agua y ver cómo corría el chorro de fuego cuando lo encendíamos”. “Travesuras de chicos”.

Cuando Juani estaba entrando a la adolescencia su padre falleció, después de estar enfermo durante algunos años. La familia se radicó en La Plata donde la madre de Juan Alberto tenía una hermana.

La pubertad lo sorprendió en esa ciudad estudiantil en constante ebullición ideológica y cultural; una ciudad que palpitaba el cincuentenario de la Reforma Universitaria, el Mayo Francés y las luchas de los estudiantes platenses junto a los obreros de Berisso y Ensenada. Seguramente en ese contexto, el pibe que cazaba palomas en los silos de Weihmuller, empezó a perfilarse como un estudiante comprometido, respetado y querido por sus pares.

Juancho

“A Juancho lo conocí en un encuentro de colegios universitarios, él iba al liceo y yo a Bellas Artes”, nos contó Emilce Moler, una amiga de su adolescencia. “Si bien no militaba activamente, el despertar político de aquellos años me inquietaba bastante y a él le pasaba lo mismo, era un chico con el que yo podía hablar sobre ese tipo de cosas. Así nos fuimos haciendo amigos, iba a mi casa y mientras yo dibujaba y escuchábamos música en el tocadiscos, charlábamos sobre nuestras esperanzas e ilusiones, hablábamos de nuestros sueños, de transformar la sociedad, de terminar con la pobreza. Eran conversaciones que se daban en un contexto apasionante, él era un chico muy culto para su edad, nos llevábamos realmente muy bien, era muy buen amigo”, recordó.

“Era muy serio, ubicado, prolijo, parecía mucho más grande. Mi mamá lo adoraba. Era atento, tenía buenos modales, siempre agradecía y todas esas cosas lo convertían en un chico bárbaro”, resume.

“Después pasé un tiempo sin verlo. Yo estaba de novia con un muchacho que estudiaba agronomía y una tarde pasé por su casa a tomar unos mates. En un momento golpearon la puerta y cuando abren lo veo a Juancho, fue una alegría enorme, pero nos saludamos tímidamente porque por cuestiones de seguridad era necesario no dar demasiados detalles sobre los apellidos y otros datos que pudiésemos conocer de los compañeros” detalla Emilce. “De esta forma también me enteré de su desaparición. Mi novio me contó que habían allanado el departamento vecino y vio por la ventana que se llevaban a unos compañeros, entre ellos a Juan.”

“Me queda el recuerdo de aquel último encuentro fortuito y los de todas esas tardes que pasábamos charlando mientras escuchábamos discos de Mercedes Sosa, Daniel Viglietti o Nacha Guevara. No supe nada más de él.”

La desaparición forzada

“El Suizo” —así lo llamaban sus compañeros— fue secuestrado en la madrugada del 18 de agosto de 1976 junto a sus compañeros Carlos Alberto Carpani y Rubén Abel Beratz. Todos siguen desaparecidos.

“Mi hermano en ese entonces tenía 19 años, estaba cursando el primer año de Medicina. Los días 14, 15 y 16 de agosto de 1976 estuvo conmigo en la ciudad de Villa María, Córdoba. En ese momento yo ejercía ahí como veterinario. Me comentó que tenía que volver urgente porque tenía un parcial de Histología. Llegó a La Plata el 16 de agosto a la noche, estuvo en el domicilio donde yo vivo con mi madre y se fue a una casa de Los Hornos, en la calle 62 y 139, a preparar el parcial de Histología, con dos compañeros”, detalló su hermano Luis en la declaración ante los tribunales el 3 de mayo de 2000.

“El 18 a la mañana mi madre preocupada porque Juan no regresaba me llama por teléfono a Córdoba, me vine para acá y pudimos averiguar que esa noche, a las dos y media de la madrugada en la esquina de 62 y 139 un grupo de encapuchados, en dos Falcón de la Policía provincial, se llevaron a los chicos”, describió.

“Mi hermano era una excelente persona, un estudiante que estaba, como todos los muchachos de aquel momento, participando en política. Y afirmo, respetando mi juramento, que no tenía participación en ningún grupo armado”.

La perversión y el ensañamiento con la familia

En el mismo testimonio citado en esta nota Luis Schudel reseña parte de una entrevista que tuvo con el general Harguindegui, en aquel momento ministro del Interior: “Me recibió brevemente y me dijo que los desaparecidos no existían, que era gente que había pasado a la clandestinidad”. En la misma jornada Schudel contó que a fines de 1976 un militar cordobés le hizo una pregunta que le llamó la atención:

—¿Algún amigo cercano de tu hermano fue detenido?

—No, los estudiantes que estaban con él, sí. Pero sus amigos y la novia no fueron detenidos.

—Entonces dejá de buscar porque tu hermano está muerto— le contestó el uniformado.

No fueron esas las únicas chicanas que sufrieron. Otro testimonio indica que la madre de Juan Alberto, Elba Marcela Cerruti, “recibió llamados de 10 o 12 personas que decían tener el lugar preciso y exacto donde estaba Juan, eran policías o allegados a la policía, dos o tres veces estuvimos seguros de que nos querían sacar plata”.

El ensañamiento con las familias de los desaparecidos fue muy frecuente; se cuentan de a cientas las historias de familiares a los que intentaron engañar, ya sea para sacarles dinero o para quebrarlos emocionalmente; los Schudel no fueron la excepción.

Hoy se cumplen 43 años del inicio formal de una dictadura que en los hechos ya se hacía sentir. La mayoría de los vecinos de San Jerónimo mañana seguirán creyendo que “acá no pasó nada”. Algunos hablarán de la fecha en la mesa dominguera. Muy pocos docentes reflexionarán con sus alumnos. Y nadie, absolutamente nadie, recordará al “Suizo Schudel”, salvo vos y yo que estamos leyendo estas líneas.

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7 Comentarios

  • Norma urraco
    24 marzo, 2019, 3:30 am

    Sí yo lo recuerdo ayer conversaba con mi cuñada él era familiar por qué su mamá era Cerutti de apellido,Juani era menor que yo pero lo tengo presente jugando en la vereda de su casa tal cual es descriptores en el informe, el brazo largo de la dictadura llegó a todos los rincones de nuestra patria, tampoco olvides de un secuestrado desaparecido por un tiempo que luego volvió y hoy está entre nosotros, del cual los que éramos militantes teníamos temor aceptarlo para que participe en las reuniones clandestinas que hacíamos,los que como yo desde entonces abrazamos las banderas del peronismo u si justicia social sabemos y no olvidamos esta es una fecha muy cara para los argentinos y con más razón para los peronistas que somos quiénes siempre pusimos los muertos por nuestros ideales de patriotismo que vivirán mientras viva cada uno de los que levantemos las banderas de PERON y EVITA!

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  • Pedro Varela
    24 marzo, 2019, 6:35 am

    Es la historia de Miles en Argentina
    De cientos en Uruguay.
    No olvidamos, no.
    Y debemos instalar sitios o marcas de la memoria, que deben ser cuidadas y mantenidas, para que las futuras generaciones las vean
    También los docentes, debe cumplir su rol.
    La defensa de la libertad y la democracia, se asienta en esas memorias, para que NUNCA MAS

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  • Daisy Santodomingo
    25 marzo, 2019, 12:36 am

    Juani jugaba de chico con mi hermano Daniel que hoy tiene 60 años y recuerda cuando mi padre Edgar Santodomingo viajaba a San Jerónimo a visitar a la flia ,papá siempre quiso fraternalmente a todos sus primos y amigos de San Jerónimo .El recordó hasta el día de su muerte a Juani y su flia

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  • Jorge Luis Santodomingo
    25 marzo, 2019, 1:57 pm

    Recuerdos de nuestra infancia en San Jerónimo. Su Papá "Nene"Schudel, a quien mi padre -Luis Óscar Santodomingo Macheret- quería entrañablemente, que tristeza, y su Madre que vio luego partir a Delia Rosa y Luisito. Que pena tan Honda.

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  • Marcelo Rodríguez
    20 enero, 2020, 8:41 pm

    Una duda que me quiero sacar desde que sucedió aquel terrible hecho. Soy veterinario, y en 1975 cursé el primer año en la UNLP, y el suizo era el representante de la JUP en mi curso. Cuando desapareció, y de ahí en más, siempre leí que estudiaba Medicina. Quisiera saber si alguien me puede aclarar esa duda. La nota dice que estaba preparando un parcial de Histología, que es materia de primer año en ambas carreras. Si fue en 1976, entonces puede que haya abandonado Veterinaria, y se haya pasado a Medicina.

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    • Eduardo@Marcelo Rodríguez
      6 mayo, 2023, 10:59 pm

      Marcelo: de casualidad veo esta nota y contesto tu pregunta. Juancho Schudel fue muy amigo mio cuando íbamos a la secundaria. Yo estaba un año adelantado respecto a él. Cuando egresó empezó veterinaria y al otro año se pasó a medicina. Por eso cuando lo secuestraron y asesinaron figura como estudiante de medicina. Era una persona maravillosa: culto, educado, íntegro. Una decencia, una ética y una madurez increíbles para su edad. Lloré mucho su pérdida. Mientras viví en La Plata iba regularmente a visitar a su mamá y tía. Mis tres hijos se llaman Juan en homenaje a él.

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